"Siempre he comido hilos, acariciado agujas; tejido prendas; crecí y me crie con mi tía Rosa, ella es costurera.
Con los retazos de los arreglos que les hacía a los vecinos, hacíamos lo que se nos ocurriera para mis muñecas; tenía solo tres Barbies, pero mucha ropa, ellas podían transformarse en doctoras, secretarías o lo que me apeteciera; la ropa tiene el poder de cubrirte, construirte, camuflarte, disfrazarte, simplemente te da la posibilidad de ser quien quieres ser.
Sin darme cuenta crecí con muchos estereotipos por eso forraba a la secretaría con una falda corta, vestía a la doctora con una bata blanca y presumía a la modelo con una ombliguera.
Qué chiste.
Qué difícil.
Qué incómodo.
Qué complicado es crecer y darse cuenta de que no son solo retazos, que la muñeca ahora era yo, y que según lo que llevara puesto, las personas podían tener una idea de lo que pensaba, cómo me sentía, las cosas en las que creía.
Escuchar el sonido de la máquina de coser para mí es normal, algunas tardes para eventos especiales nos reunimos a tomar tinto y fumarnos un cigarrillo mientras yo diseñaba, mi mamá cortaba y mi tía cosía, echando rulo, recordando y compartiendo chismes; pe
ro es un rito que requiere de tiempo; y este mundo va muy rápido así uno quiera vivir lento, por eso empecé a esculcar el armario de mi mamá con el afán de encontrar algo de manera apresurada, que fuera único y diferente.
Fue así como encontré un short falda amarillo, que ni de mi cabeza hubiera salido, empecé a heredar su ropa y ella a compartirme sus historias. Usaba esa falda cuando tenía mi edad, salió a bailar con ella, regalo varios besos, esa prenda la hacía sentirse coqueta y a mí me recuerda a ella, por su amarillo alegre, la fluidez de la tela y de cómo vive la vida con la naturaleza de la espontaneidad y la capacidad de siempre saberse adaptar.
Me empecé a preguntar qué ropa mía usarían mis hijas, mis nietas y comencé a cuidar mis prendas a ser más selectiva para que perduraran en el tiempo como símbolo de mis historias y con la premisa de vestirme haciendo sentir orgullosa a mi niña interior, para no recaer en los clichés, para sentirme única y valiente al momento de conquistar al mundo, pero ahora con la sabiduría de poder sacudirme muchos prejuicios que te enseñan en esta vida y la habilidad de contar historias a través de la lana, las lentejuelas y mucha tela".
Memorias de Erika Sin Filtro
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