"Un día, se me quedó mi vestido de baño. Había un bikini de mi hermana en el armario, pero ni loca era capaz de ponérmelo, nunca en mi vida me había puesto un bikini.
Pero entonces pensé, ¿Me tiro mi paseo por lo que vayan a pensar otros? Ya muchos momentos de mi vida me los he saboteado por "no tener la ropa adecuada".
Toda la vida me he cubierto con bufandas, sastres gigantes y vestidos de baño casi como para bucear; y ¿Para qué? ¿Es que acaso, si puedo tapar mi abdomen grande con estrías, mis piernas gruesas con celulitis, voy a ocultar todas mis inseguridades?
No ¡No más! Llevo muchos años en mi proceso de aceptación y amor propio, que me ha llevado a lograr cosas hermosas. Me siento como una cebolla cabezona, y no precisamente por el olor, sino por las capas; cada vez que me quito uno, me voy aliviando más y más.
Entonces, lo decidí, me quité una capa más, ¡Me lo puse! Qué más da, soy más que un cuerpo, más que estrías y celulitis. Soy un ser hermoso que brilla con luz propia (y tengo muchas ganas de entrar a esa piscina con los demás)".
Memorias de Luisa Pinzón.
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